¿Por qué se produce? Haciendo un símil del cristalino de nuestro ojo, se puede asemejar con una lente de cámara fotográfica, donde a la hora de realizar una foto, la lente del objetivo nos ayuda a enfocar el objeto y poder verlo con mayor claridad. Siendo nuestro cristalino el encargado de ayudarnos a enfocar los objetos cercanos, teniendo una forma variada que se adapta según la cercanía del objeto que estemos mirando. Esta dolencia, suele producirse en personas de edades comprendidas entre los 40 – 45, siendo en los jóvenes poco frecuente, ya que se produce por el propio envejecimiento, provocando la degeneración natural del ojo.
¿Cómo se puede prevenir? La presbicia no se puede prevenir porque está ligada al proceso degenerativo del ojo. Al igual que otras partes de nuestro organismo, evoluciona con la edad. Por lo tanto, a partir de cierto momento todos padecemos presbicia y, de hecho, afecta a más del 90 % de los mayores de 45 años.
Por ello, es importante revisar la visión de forma periódica (controles anuales) especialmente a partir de los 40 años, cuando suelen aparecer los síntomas habituales de la vista cansada. Asimismo, a partir de esta edad empiezan a gestarse otras enfermedades oculares propias de la madurez. La presbicia se manifiesta de forma gradual. Es posible que después de los 40 años notes los siguientes signos y síntomas por primera vez:
1. Una tendencia a sostener el material de lectura más lejos para ver las letras con mayor claridad
2. Visión borrosa a una distancia de lectura normal
3. Cansancio ocular o dolores de cabeza después de leer o realizar trabajos minuciosos
4. Dificultad para enfocar los objetos a poca distancia (menos de 1 m)
5. Necesidad de alejar el libro, el móvil etc. para poder ver mejor
6. Sensación de que las letras de un texto “bailan” o están borrosas
7. Dolor de cabeza al fijar la vista en la lectura durante mucho tiempo
8. Fatiga ocular (enrojecimiento, ojo seco, escozor, sensación de arenilla, lagrimeo…), sobre todo al final del día o en condiciones de poca iluminación
– Monofocales: solo pretenden mejorar la visión de cerca y suelen utilizarse inicialmente para realizar tareas puntuales de precisión, como leer o coser.
– Bifocales: combinan la visión de lejos (zona superior de la lente) y de cerca (zona inferior).
– Ocupacionales: en este caso, la parte de arriba del cristal sirve para la visión a distancias intermedias y la parte de abajo para distancias próximas. Están especialmente indicadas para personas que pasan muchas horas delante del ordenador.
– Progresivas: cambian progresivamente la graduación para corregir tanto la visión cercana, como intermedia y lejana.
Por ello, como recoge el periódico El confidencial en su artículo “Descubren que la presbicia no se puede prevenir: adiós al mito de no usar gafas”, referido al uso de gafas en la presbicia, esta no tiene aún una cura definitiva, pero lo más adecuado para paliar sus efectos es el uso de gafas. Aunque en un principio se barajó retrasar el uso de las gafas en este tipo de dolencias, los estudios han publicado que su uso tanto en los primeros inicios de la manifestación de la dolencia ayuda a prevenir que se desarrolle en el tiempo, acarreando una mayor dificultad a la hora de enfocar los objetos.
El doctor Julio Maset da una serie de claves para detectar y tratar este problema de la visión. En primer lugar, mantenerse alerta ante la aparición de cualquier síntoma. Es decir, las dificultades para ver imágenes próximas o para leer, así como el cansancio visual o los dolores de cabeza tras realizar tareas prolongadas de visión cercana pueden ser síntomas de presbicia.
También recomienda adoptar buenos hábitos a la hora de trabajar con el ordenador, recordando que es normal sentir cansancio ocular, para lo que recomienda realizar descansos visuales cada veinte minutos, fijarse en aspectos como el brillo, la posición de la pantalla y la distancia de lectura, ampliar el tamaño de letra de la pantalla y mantener una buena lubricación de la superficie ocular, recurriendo a soluciones de lágrima artificial.
Otros consejos son utilizar la corrección óptica adecuada, acudir al oftalmólogo cada cierto tiempo (sobre todo a partir de los 40), e informarse correctamente en caso de optar por una operación.
Por todo ello, si tienes síntomas de vista cansada, como son dificultad para enfocar los objetos o las etiquetas de los productos cuando vas a la compra, no descartes el uso de gafas, dado que su uso ayudará al cristalino a mantener su juventud (aunque ya tengas unos años y no se pueda luchar contra ello) y evitar que empeore y acabe produciendo mayores dolencias como las que lleva aparejadas.